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domingo, 14 de diciembre de 2014

Mujeres a bordo del Didiez Burgos


Marineras realizan labores rutinarias


Santo Domingo.- Pertenecer a una institución castrense implica una serie de riesgos a los cuales no muchos quisieran exponerse y, sobre todo, si se pertenece a una entidad dedicada a defender y proteger los intereses marítimos de un Estado y combatir las nuevas modalidades del delito en el mar. Sin duda alguna, es un oficio que requiere vocación, como elemento principal en el individuo.

Johany Rodríguez Sánchez, Marlene Uribe Martínez y Lourdes Prensa
Para ser un oficial de este tipo se requiere destreza, buenas condiciones físicas y mentales, y sobre todo valentía, rasgos que por lo general no imperan en el supuesto sexo débil: la mujer.

El ingreso de mujeres en las Fuerzas Armadas tiene una gran historia, pues la mayoría de ellas fueron reclutadas bajo la categoría de ¨asimiladas¨, civiles que trabajan dentro de la institución, en diversas actividades profesionales. Es en 1981 cuando se crea el Cuerpo Médico Femenino y se incorporó el primer grupo de oficiales mujeres: dos del Ejército Nacional, una de la Armada Dominicana y una de la Fuerza Aérea, con rangos de teniente y capitán.
Capitán de navío Pérez Carvajal

Sin embargo, las mujeres, con su desempeño han demostrado
poseer una enorme capacidad de vocación de servicio, empuje, disciplina, entrega y sacrificio, logrando destacarse en la Armada Dominicana.

En esta ocasión, por primera vez el buque insignia, “Patrullero de Altura Almirante Didiez Burgos”, engalana su tripulación, llevando a bordo seis mujeres marinas que tendrán a su cargo la responsabilidad de defender la soberanía de la República en el mar. Además, de realizar labores de patrullaje en las diferentes zonas marítimas de prevención del narcotráfico, la piratería, protección del medioambiente marino, contrabando y tráfico ilegal de personas, ayudando al cumplimiento de las leyes internacionales y nacionales que aplican en aguas territoriales.

El capitán de navío Pérez Carvajal indicó que bajo la dirección del vicealmirante Edmundo Ernesto Féliz Pimentel se tomó la decisión de implementar la nueva modalidad de incorporar a las mujeres en las embarcaciones.

El objetivo de este proyecto es dar cumplimiento a las leyes de igualdad de género que imperan en el país, por lo que la Armada Dominicana comienza a asumir su responsabilidad respecto al tema. Además, se busca abrir nuevas oportunidades a las mujeres dentro de la institución, ya que es una práctica común entre otros países, sin embargo, no se había incorporado en la República Dominicana.

En principio las marinas sólo podrán navegar aborde del "Didiez Burgos”, pero se estima que más adelante estarán en otras embarcaciones. La Armada Dominicana entrenó unas 64 mujeres, de las cuales seis fueron electas para pertenecer a la tripulación del Didiez Burgos. Las mismas tuvieron que enfrentarse a una ardua jornada de entrenamientos físicos.

Las jóvenes se incorporaron en la embarcación de manera oficial, el pasado 6 de septiembre, pero antes tuvieron que pasar por un proceso de preparación de aproximadamente siete meses.

Los primeros entrenamientos se realizaron en la Base Naval “Las Calderas” de Baní, con el propósito de preparar a las mujeres para el nuevo reto.

¨Soy una mujer de guerra¨, así se define la marina Marlene Uribe Martínez, una joven que con tan sólo 21 años de edad, se desempeña como contramaestre y es responsable de la conservación de los aparejos y el manejo de las velas.

Dentro de sus anécdotas cuenta que una de sus principales barreras para incorporarse a la Armada fue el tener que convencer a sus familiares de que ella sí podía ser una verdadera marina, pues no era raro ver a su madre llegar al centro donde recibía su entrenamiento para saber si ella estaba bien, como si se tratara de una niña.

Recuerda con jocosidad aquellas preguntas típicas de toda madre ¿A qué hora despertaste hoy? ¿Comiste bien? ¿Cómo te tratan aquí? Y como palabra de despedidas la invitación sutil de regresar a casa, con la esperanza de escuchar salir de los labios de su hija una respuesta afirmativa.

Sin embargo, Marlene se mostró firme y nunca dio su brazo a torcer, pues su sueño más grande es llegar a ser capitana de una tripulación. Admite que en principio las visitas de su madre, con sus ansias desesperadas porque su hija regresara a casa, eran un tanto tediosas, pero a la vez reconoce y agradece la preocupación de su progenitora.

Con voz decidida revela que el día que se enteró que la Armada iba incorporar mujeres en las embarcaciones, dijo a su familia “yo tengo el pasaje y me voy” y al día siguiente a las cuatro de la madrugada se dirigió hacia la institución.

Al igual que Marlene, en la embarcación están las marinas Johany Rodríguez Sánchez y Lourdes Prensa Gaber con puestos de contramaestre y mecánica, respectivamente.

Estas mujeres han dado el todo por el todo, demostrando que pese a las adversidades han logrado derogar la mitología de que la mujer es el sexo débil, ya que, al igual que los hombres cada mañana se someten a duros entrenamientos físicos que van desde los tradicionales marineros y pechadas, hasta duras prácticas en campos de tiros.

Cabe resaltar que estas tres jóvenes coinciden en que por el hecho de estar realizando un trabajo no convencional entre mujeres, su delicadeza y sutileza femenina aún están presentes en ellas, pues son féminas comunes, amantes del buen atavió y el garbo que debe engalanar a toda dama.

Han aprendido a llevar un equilibrio en el trabajo y en el hogar, pues afirman que en la Armada son militares y dentro del hogar son mujeres capaces de asumir roles de la cotidianidad.

Felices de servir a la Patria estas jóvenes ciñen su cuerpo con el traje blanco que las distingue como miembro de la institución, lo que representa para ellas motivo de satisfacción, orgullo y honor.























Las militares exhortaron a todas las mujeres dominicanas a luchar por sus metas, buscar sus sueños y defender sus convicciones, expresando de forma enérgica: “Si nosotras pudimos ustedes también pueden”.

Las palabras finales de las marinas fueron: “si nosotras pudimos, ustedes también pueden”, exhortando a todas las mujeres dominicanas a luchar por sus metas, buscar sus sueños, y defender sus convicciones.

Fuente/We45ra.lajornadadigital.com/mujeres-bordo-del-didiez-burgos/Carolina Lugo/#sthash.NAkiJGbr.dpuf
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